Existen varios tipos de vidrios de colores: los vidrios translúcidos se obtienen por un proceso químico especial y se caracterizan por no ser transparentes, lo cual hace ver los objetos borrosos por el otro lado; los vidrios transparentes, que dejan pasar fácilmente la luz, lo cual los hace idóneos para lugares poco iluminados; y los vidrios opacos, que no dejan pasar mucha luz, lo cual hace que no se pueden distinguir los objetos vistos de otro lado.
Los vidrios de colores también pueden ser clasificados según los diseños. El satinado de un vidrio le otorga cierta opacidad al vidrio, por lo que puede ser utilizado en lugares en los que no se desea la total transparencia del vidrio. El vidrio esmerilado es aquel que refracta mucho la luz y casi no deja ver lo que hay detrás; se usa mucho en los lugares en los que requiere privacidad, como en las duchas. Existe también una propuesta más artística como la de los grabados de colores, en los que se pueden hacer todo tipo de formas deseadas, desde las más complejas hasta las más simples. Generalmente, las compañías venden diseños preestablecidos, pero también la propia persona puede crear sus propios diseños. Por ejemplo, la persona puede diseñar un vitral en base a pequeños mosaicos de vidrio, que se asemejan en diseño a los de las grandes catedrales; o puede querer un diseño más simple y minimalista. Todo depende del gusto.