La baranda de una escalera es como el marco de un espejo: funciona tanto como para evitar que el espejo se rompa, así como para decorarlo. Las barandas proporcionan el carácter, el estilo, la proporción de una escalera. Pueden ser de un estilo clásico o barroco, imitando sus motivos; o pueden ser minimalistas y lineales, en miras hacia una decoración más moderna. Lo cierto es que las barandas son necesarias tanto decorativa como prácticamente.
La baranda cumple la función de soporte al bajar las escaleras. Tanto para las personas de tercera edad, los niños o personas con discapacidad motriz, las barandas son un punto de apoyo indispensable que les ayuda a realizar sus actividades cotidianas y los protege ante cualquier caída. Es por eso que existen estándares de construcción: una baranda no debería exceder los 90 centímetros porque esa medida es la ideal, en promedio, para apoyar la mano. En las casas se acostumbra a poner barandas por los dos lados, lo que sí es norma en espacios públicos como hospitales y colegios.
Las partes de una baranda son esencialmente dos: el pasamano y los parantes, que acostumbran a ser formas tubulares y cuadradas respectivamente. El material de la baranda puede ser de muchos tipos y formas: hierro inoxidable, que puede ser pintado; acero inoxidable de forma tubular y esmerilado, que es una elección muy común en universidades, colegios u oficinas modernas; pasamanos de acero con vidrio templado como parante, pasamanos de vidrio templado con insertos de metal, un poco frágil pero de visualmente llamativo y los clásicos y siempre elegantes pasamanos de madera. Asimismo, se pueden realizar formas personalizadas: barandas de hierro que tienen formas onduladas para las llamadas escaleras caracol; barandas con motivos orgánicos que funcionan como parantes y que le dan un estilo clásico a la escalera; etc.