Las chimeneas a gas han sido desde algún tiempo la alternativa ideal para aquellos que desean contar con una chimenea en su hogar pero que no han podido llevar a cabo ese sueño ya sea porque no cuentan con el espacio o el presupuesto suficiente para construir una y mantenerla por un tiempo prolongado.
De diferentes tamaños, las hay desde las más pequeñas (del tamaño de un cuadro) hasta las que ocupan varios metros dentro de la sala. Esto hace que su instalación en cualquier tipo de espacio nunca sea un problema. Además, poseen diseños altamente personalizables para que no desentonen con el lugar que van a ocupar dentro de la casa.
¿Pero cómo funcionan estos maravillosos aparatos? Pues es muy simple: Tal como si se tratara de una cocina normal, las chimeneas a gas son recipientes que contienen dentro de sí una bombona por la que ingresa el gas a través de unos tubos y que termina dentro de una hornilla donde –luego de activarla- surge la llama.
A diferencia de otras chimeneas como las de gel o las eléctricas, el fuego en esta es real y produce calor igual que una alimentada con leña por lo que la sensación es muy similar, con la diferencia de que los procesos de ventilación son más limpios, no hay que lidiar con el humo y el mantenimiento a mediano plazo es mínimo.
En un momento en el que los diseños minimalistas se encuentran en su máximo apogeo, las chimeneas a gas son la apuesta indiscutible para rellenar el espacio vacío dentro de aquellas estancias que se desee mantener calientes e iluminadas y, por qué no decirlo, imprimirles de paso algo de personalidad.